El alfajor es un postre de origen mozárabe antes conocido como “al-hasú”; sus ingredientes han variado a través del tiempo, sin embargo, se acostumbra que el relleno se coloque entre galletas de mantequilla a modo de sándwich.
Torta del cielo
Este pastel de textura húmeda y suave es tradicional en la cocina yucateca. Se sirve especialmente para bodas, cumpleaños y otras celebraciones, pero su popularidad comenzó, aparentemente, cuando unas ancianas empezaron a venderlo en el hotel Casa del Balam.
Clemole de Oaxaca
El nombre de este platillo tiene su origen de dos términos del náhuatl: tetl, que significa “fuego”, y molli, cuyo significado es “mole”; de ahí pasó a “tlemole” y luego a “clemole”, como se le conoce actualmente.
Buñuelos de queso
El recetario de Sor Juana se distingue por una gran diversidad de platillos, tanto dulces como salados. Entre ellos se encuentran los buñuelos, que clasifica en tres tipos: de requesón, viento y queso.
Huevos moles
Los huevos moles son un postre representativo de las zonas donde abunda la cultura del vino, esto es así debido a que no se sabía qué hacer con las yemas sobrantes después de utilizar las claras en la clarificación del vino.
Manchamanteles
La gastronomía mexicana cuenta con una gran variedad de moles, entre los que destaca el manchamanteles, un guiso festivo típico de los estados de Puebla y Oaxaca.
Ante de betabel
El origen de este manjar viene de varios siglos atrás en España. Más tarde, llegaron a los conventos mexicanos ciertas variaciones dulces del platillo que solían servirse en pequeñas porciones antes de la comida para preparar el paladar y endulzar la boca, por lo que les llamaban “antes”.
Jericaya
Este tradicional postre de la ciudad de Guadalajara cuenta con diferentes versiones sobre su origen. Se dice que el nombre proviene del pueblo Jérica, un municipio español, donde nació una de las monjas que lo preparaba en el Hospicio Cabañas.
Purín de espinacas
Las aportaciones de Sor Juana no solo se centran en la literatura, durante su estancia en el Convento de San Jerónimo se distinguió por su talento gastronómico. Al adentrarse en la cocina, recopiló las recetas que ahora son parte de un valioso testimonio en el que destaca el arte culinario barroco.
Recetas de un convento
Este libro del que son extraídas y re-escritas estas recetas, como menciona Catharine Good en la contraportada, es más que una colección de recetas históricas.