Desafiando el poder

La conciencia criolla de Sor Juana Inés de la Cruz

José Manuel Medrano

Profesor de Literatura en la Universidad St. Bonaventure en New York.

Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana es una figura trascendental en la literatura y en el pensamiento colonial de la Nueva España. Su obra Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (1691), dirigida en respuesta al obispo Fernández de Santa Cruz, plantea interrogantes sobre la autoridad intelectual y el papel de la mujer en la sociedad. Al aceptar el seudónimo de “Sor Filotea” utilizado por el Obispo, Sor juana se iguala en términos sociales y aprovecha este intercambio para responder sin censura. Aquí se analiza cómo Sor Juana representa la conciencia criolla en la Respuesta.

En su ensayo Barroco y conciencia criolla en Hispanoamérica, Mabel Moraña muestra cómo la triple marginalidad de Sor Juana -mujer, intelectual y subalterna- le permite denunciar el mecanismo autoritario presente en la sociedad mexicana del siglo XVII. La importancia de este estudio radica en su contribución a los estudios de Sor Juana, ya que proporciona una comprensión más profunda de su lucha por la igualdad intelectual y su desafío a las normas impuestas por la sociedad colonial. Además, al relacionar su obra con el contexto barroco y la conciencia criolla, se enriquece la interpretación de su legado y se establecen conexiones con otras corrientes literarias y culturales de la época. 

Sor Juana ha sido una figura clave en la historia de la literatura y el pensamiento feminista en América Latina en su lucha por la igualdad. Rolena Adorno, en su obra El sujeto colonial y la construcción cultural de la alteridad, sostiene que el modelo epistemológico que configuró las percepciones interculturales de los europeos en el siglo XVI se basaba en dos opciones: la similitud y/o la oposición. Según Adorno:

 En el siglo XVI, las percepciones interculturales por parte de los europeos no se concebían creyendo en la alteridad sino en la identidad. Es decir, la mentalidad europea no se preguntaba si la nueva humanidad se ubicaba fuera de los esquemas antropológicos escolásticos sino donde se encontraba dentro de ellos (Adorno 55-56).

Aunque Sor Juana nace en el siglo XVII, el pensamiento sobre el lugar de la mujer en la sociedad y la academia, tanto de los académicos como de los religiosos, no experimenta un cambio significativo de un siglo a otro. En su etapa de madurez literaria, Sor Juana Inés de la Cruz critica el Sermón del mandato del padre Antonio Vieira. Según Rafael Ruiz y Theodoro da Silva en su estudio La Carta Atenagórica: Sor Juana Inés de la Cruz y los caminos de una reflexión teológica, el propósito del sermón del Padre era que los oyentes aprendieran la lección del mandatum novum de Cristo, que consistía en amarnos los unos a los otros, pero no de cualquier manera, sino amar como Cristo nos amó (Ruiz y Da Silva, 80).

Mientras el padre argumenta que la prueba más grande del amor de Cristo radica en su ausencia, no en su muerte como afirmó San Agustín, en La Carta atenagórica Sor Juana argumenta que la teoría del Padre Vieira es incorrecta ya que Cristo no abandona al ser humano sino que es necesario que regrese con Dios para enviar al Espíritu Santo a la tierra. En consecuencia, Cristo regresa a la tierra en una forma más pura, es decir, en la forma esencial de la Santa Trinidad. Sor Juana no esperaba que su crítica causara tanta polémica. 

Pero Sor Juana Inés, como ella misma afirma, apunta al ‘tendón de Aquiles’ teológico del raciocinio: enviando al Espíritu Santo es el mismo Cristo que vuelve, de una forma distinta. Se trata aquí de la cuestión teológica de la Trinidad. Por lo tanto, ni del argumento de Vieira se deduce necesariamente la ausencia de Cristo, porque también se puede inferir su presencia, ni sus distinciones lógicas son reales, porque es precisamente el mismo Cristo que regresa, y no cabe hablar, por lo tanto, de ausencia (Ruiz y Da Silva, 82). 

Además, Sor Juana critica la idea del Padre argumentando: 

Es verdad que se va, pero es falso que se ausenta. No perdamos tiempo: ya conocemos la infinitud de sus presencias. Demostrado que Cristo no se ausentó, no sirve la prueba de la Magdalena para esta conclusión, pues solo serviría suponiendo la ausencia que yo niego. Y mi argumento es que la muerte de Cristo fue la mayor fineza de las finezas que obró: no de la supuesta ausencia, que en ella niego todo el supuesto, y no hay comparación posible entre lo que tiene ser y lo que carece de él” (De la Cruz, 5). 

La polémica generada por la crítica de Sor Juana lleva al obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, a pedirle que renuncie a la escritura y se dedique únicamente a la religión. En su defensa, Sor Juana escribe la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, donde defiende su conocimiento, y como menciona Moraña, expone “la dialéctica epocal del virreinato, su mecánica de regulación y transgresión que culminaría en la síntesis auspiciada por el pensamiento iluminista” (Moraña, 248).

La Carta de Sor Filotea de la Cruz establecía desde el inicio un tono elogioso hacia Sor Juana y destacaba admiración por la viveza de sus conceptos, la discreción de sus pruebas y la enérgica claridad con la que Sor Juana logra persuadir sobre el tema, describiéndola como “compañera inseparable de la sabiduría” (Sor Filotea, 1). Este elogio resalta la capacidad argumentativa y la sabiduría de Sor Juana, enmarcándola como una figura destacada en el ámbito intelectual. 

En contraste, la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz adopta un enfoque distinto. Según Rosa Perelmuter Pérez en su obra La estructura retórica de la Respuesta a Sor Filotea, se aconsejaba adoptar una actitud humilde y suplicante desde el principio ya que esto generaba un estado de ánimo favorable en el receptor (153). Sor Juana sigue esta recomendación y se presenta como una mujer subalterna y humilde. En la respuesta, Sor Juana se disculpa por la demora en contestar, atribuyéndoloa su falta de salud y al temor que le provocaba enfrentar la situación. Expresa: “MUY ILUSTRE Señora, mi Señora: No mi voluntad, mi poca salud y mi justo temor han suspendido tantos días mi respuesta. ¿Qué mucho si, al primer paso, encontraba para tropezar mi torpe pluma dos imposibles?” (Sor Juana, 1). Sor Juana menciona la influencia negativa de su estado de salud y el miedo que experimentaba, destacando su vulnerabilidad y mostrando una actitud sumisa.

…sólo agradeceré diciendo que no soy capaz de agradeceros; y diré, por breve rótulo de lo que dejo al silencio, que sólo con la confianza de favorecida y con los valimientos de honrada, me puedo atrever a hablar con vuestra grandeza (Sor Juana, 2). 

Con estas palabras, Sor Juana establece una clara jerarquía religiosa y reconoce la posición superior de Sor Filotea, lo cual muestra su profundo respeto y admiración hacia ella. Sor Juana continúa aludiendo a Sor Filotea al hacer referencia a los conocimientos que esta última posee sobre el latín: “Yo quisiera, venerable Señora mía, remitiros obras dignas de vuestra virtud y sabiduría; pero como dijo el Poeta: Ut desint vires, tamen est laudanda voluntas: hac ego contentos, auguror esse Deo” (Sor Juana 19). Esta referencia destaca el reconocimiento de Sor Juana hacia la erudición de Sor Filotea y su deseo de enviarle obras que estén a la altura de su virtud y sabiduría.

En su análisis, Perelmuter Pérez explica que en la carta de Sor Juana “las fórmulas de humildad aparecen al lado de las protestas de incapacidad…” (Perelmuter Pérez, 154). Sor Juana menciona su torpeza al escribir y expresa el temor de que sus limitaciones intelectuales sean evidentes para la perspicaz inteligencia de Sor Filotea: 

Y creo que si pudiera haber prevenido el dichoso destino a que nacía -pues, como a otro Moisés, la arrojé expósita a las aguas del Nilo del silencio, donde la halló y acarició una princesa como vos-; creo, vuelvo a decir, que si yo tal pensara, la ahogara antes entre las mismas manos en que nacía, de miedo de que pareciesen a la luz de vuestro saber los torpes borrones de mi ignorancia. De donde se conoce la grandeza de vuestra bondad, pues está aplaudiendo vuestra voluntad lo que precisamente ha de estar repugnando vuestro clarísimo entendimiento (Sor Juana, 17). 

Por otra parte, Rolena Adorno argumenta que tanto a las mujeres coloniales como a los indígenas se les consideraba inferiores debido a su supuesta falta de razón. Se les veía más inclinados hacia la emoción y la sensualidad que hacia la razón y lo sublime. A ambos grupos se les exigía una supervisión e instrucción constantes, como si no fueran capaces de autogobernarse (Adorno, 61). Esta perspectiva se relaciona con la postura del Obispo de Puebla en la Carta de Sor Filotea de la Cruz. El obispo no cuestiona el derecho de Sor Juana a estudiar, pero enfatiza la necesidad de supervisión por parte de sus superiores. Al ser una mujer educada, Sor Juana representa una amenaza para la jerarquía de la iglesia. Según Perelmuter Pérez, en el caso de Sor Juana, su acusador y juez son la misma persona, lo que requiere que ella proceda con cautela (Perelmuter Pérez, 154). En su respuesta, Sor Juana defiende el derecho de las mujeres a la educación. Utiliza un enfoque inductivo, presentando ejemplos de mujeres eruditas celebradas en la antigüedad y destacando a las mujeres de su propia época que se distinguen por su discreción. Con esto, Sor Juana intenta demostrar que no es la única mujer en haber recibido educación (Perelmuter Pérez, 157). 

Si revuelvo a los gentiles, lo primero que encuentro es con las Sibilas, elegidas de Dios para profetizar los principales misterios de nuestra Fe; y en tan doctos y elegantes versos que suspenden la admiración. Veo adorar por diosa de las ciencias a una mujer como Minerva, hija del primer Júpiter y maestra de toda la sabiduría de Atenas. Veo una Pola Argentaria, que ayudó a Lucano, su marido, a escribir la gran Batalla Farsálica. Veo a la hija del divino Tiresias, más docta que su padre. Veo a una Cenobia, reina de los Palmirenos, tan sabia como valerosa. A una Arete, hija de Aristipo, doctísima. A una Nicostrata, inventora de las letras latinas y eruditísima en las griegas.

Sor Juana continúa su argumento en defensa de las mujeres educadas al destacar ejemplos históricos que refutan la idea de que las mujeres carecen de capacidad intelectual. Menciona a la reina Isabel, esposa de Alfonso X, quien se sabe que escribió sobre astrología. También señala a figuras contemporáneas, como a la gran Cristina Alejandra, Reina de Suecia reconocida por su erudición, valentía y generosidad. Además, nombra a las Excelentísimas señoras Duquesa de Aveyro y Condesa de Villaumbrosa como ejemplos de mujeres educadas en su tiempo (Sor Juana, 13). 

El uso de estos ejemplos históricos y contemporáneos por parte de Sor Juana es significativo ya que demuestra la importancia del conocimiento y la educación en la vida de las mujeres. Al citar a estas mujeres notables, Sor Juana busca desafiar la visión predominante de su época, que limitaba el acceso de las mujeres al aprendizaje y al desarrollo intelectual. Su objetivo es mostrar que las mujeres son perfectamente capaces de participar en los campos del saber y el conocimiento y que su exclusión de estos ámbitos es injusta e infundada. Al resaltar estos ejemplos, Sor Juana también busca reivindicar su propio derecho a perseguir el conocimiento y a expresarse a través de la escritura. Al hacerlo, se posiciona como una voz valiosa y legítima en el ámbito intelectual y desafía la noción de que las mujeres están destinadas únicamente a roles domésticos y limitados. Su lucha por la igualdad intelectual y el reconocimiento de las capacidades femeninas es una contribución significativa al feminismo y a la historia de las mujeres en general.

Sumado a lo anterior, en el análisis crítico de la obra de Sor Juana se destaca la defensa de su intelectualidad y la exploración de su identidad criolla. Francisco López Cámara en su texto La conciencia criolla en Sor Juana y Sigüenza argumenta que lo criollo en Sor Juana no se limita a una actitud nacionalista y patriótica, sino que se manifiesta a través de su relación con la realidad americana y la forma en que su pensamiento refleja y expresa el mundo autóctono de la época colonial (López Cámara, 358). 

Sor Juana se ve en la necesidad de demostrar que su pasión por los libros no la priva de su inteligencia ni de su devoción por las Sagradas Letras. Ella confiesa que su interés por la lectura comenzó desde una edad temprana, compartiendo la historia con Sor Filotea. Sor Juana relata cómo a los tres años de edad, su madre envió a una hermana mayor a aprender a leer, y ella, impulsada por su deseo de saber, engañó a la maestra diciendo que su madre le había ordenado recibir lecciones (Sor Juana, 4). A través de esta anécdota, Sor Juana desafía la noción tradicional de que el conocimiento y la sabiduría son exclusivos de los hombres. Al resaltar su propio amor por la lectura y su búsqueda de conocimiento desde una edad temprana, argumenta que la capacidad intelectual no está determinada por el género biológico. Este es un punto importante en la defensa de su derecho a la educación y al ejercicio de su intelecto, ya que enfrenta la percepción arraigada de que las mujeres están limitadas a roles domésticos y no deben aspirar al conocimiento y la erudición. Este análisis crítico pone de relieve la relación entre la identidad criolla de Sor Juana y su lucha por defender su intelectualidad. Además, destaca cómo su pasión por los libros y su búsqueda de conocimiento desde una edad temprana desafían las concepciones convencionales sobre el género y el acceso a la educación. Estos aspectos son fundamentales para comprender la importancia de la figura de Sor Juana como una voz destacada en el ámbito intelectual y su contribución a la historia de las mujeres.

En el análisis crítico expandido se profundiza en la identidad criolla de Sor Juana y en la defensa de su intelectualidad. Ella plantea que si se prohíbe a las mujeres, incluso a las intelectuales, interpretar las Sagradas Letras, se debería aplicar la misma restricción a los hombres. Sor Juana argumenta que no solo las mujeres son consideradas ineptas sino que muchos hombres, simplemente por ser hombres, se consideran sabios. Ella sugiere que la interpretación de las Sagradas Escrituras debería estar reservada solo para aquellos que son eruditos, virtuosos y tienen mentes dóciles y bien inclinadas. Sor Juana afirma que la interpretación inapropiada de las Escrituras ha llevado a la aparición de sectas y herejías, y esto se debe en parte a aquellos que estudian para ignorar, especialmente aquellos que tienen una actitud arrogante, inquieta y soberbia (Sor Juana, 13).

Sor Juana argumenta que su pasión por escribir proviene de una fuerza divina. En la Carta confiesa que nunca ha sido una decisión propia sino por una compulsión externa. Desde la primera luz de la razón, su inclinación por las letras ha sido tan intensa y poderosa que no ha podido resistir el impulso natural que Dios puso en ella (Sor Juana, 5). Debido a que su capacidad de escribir es un don divino y Dios es perfecto. Sor Juana sostiene que nadie tiene el derecho de censurar su escritura.

Sor Juana continúa su protesta intelectual al expresar su decisión de ingresar a la vida religiosa a pesar de las muchas cosas que chocaban con su naturaleza. Vittoria Ferrara Bardile argumenta que esta protesta implica la pérdida del temor hacia las autoridades y destaca la lección más importante de la epístola. Sor Juana se enfrenta a aquellos que, en su intento de hacerle el bien, le hacen daño, incluyendo a aquellos que intentan separarla de la lectura en nombre de la “santa ignorancia”, a los misóginos que odian a las mujeres por “naturaleza” o doctrina, y a todos aquellos que le ordenan callar en nombre de Mulieres in Ecclesiis taceant (que las mujeres callen en la iglesia) que la afecta tanto como monja (Bardile, 18).Sin temor, Sor Juana arremete contra aquellos que la critican, utilizando la ironía y la sutileza para cuestionar su autoridad. Ella cita a un sabio que dice que no es completamente necio aquel que no sabe latín, pero aquel que lo sabe está calificado. Sor Juana agrega que aquellos que tienen conocimientos de filosofía, teología y lenguas son necios en muchas ciencias y lenguas, insinuando que un necio de gran magnitud no se limita a la lengua materna (Sor Juana, 12). Con discreción, la monja sugiere que el obispo no tiene el derecho de decirle qué puede pensar, leer o escribir.

 Sor Juana de nuevo desafía las expectativas y restricciones impuestas a las mujeres de su época al argumentar que tanto hombres como mujeres deben ser evaluados por su sabiduría y virtud y no por su género. Reivindica su pasión por el conocimiento y la escritura como una fuerza divina que no puede ser ignorada ni censurada. Al insistir en la importancia de la educación para las mujeres y al citar ejemplos de mujeres instruidas en la historia Sor Juana desafía la noción de inferioridad intelectual de las mujeres y muestra que la capacidad de aprender y contribuir al conocimiento no está limitada por el género.

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La obra de Sor Juana Inés de la Cruz trasciende su contexto histórico y se convierte en una poderosa voz que nos permite comprender la conciencia criolla en la Nueva España por explorar temas universales como la identidad, la marginalidad y el poder. A través de sus cartas y escritos, Sor Juana expresa su aguda conciencia de su posición social y su lucha contra la represión impuesta por aquellos que intentaban silenciarla. Su identidad criolla no se limita a una mera categoría geográfica sino que implica una conciencia de su papel en la sociedad y una dedicación a dar voz a los problemas de su tiempo. Como señala López Cámara, su conciencia criolla se manifiesta en su habilidad para combinar el lenguaje barroco con una perspectiva enraizada en América, dotando a su escritura de una carga misteriosa y poética. A través de su uso del lenguaje imperial, Sor Juana no solo se expresa a sí misma, sino que también habla de sí misma, de sus proyectos, expectativas y frustraciones. Su valentía y agudeza intelectual se reflejan en su capacidad para utilizar el poder del lenguaje para cuestionar las normas y defender a aquellos que están marginados. 

La obra de Sor Juana perdura en la actualidad e invita a reflexionar sobre las dinámicas de poder y exclusión en nuestras propias sociedades. Nos desafía a cuestionar las estructuras que limitan la expresión y el desarrollo de las voces marginales y nos insta a luchar por la igualdad y la inclusión. Su obra sigue siendo una fuente de inspiración y un recordatorio de la importancia de la lucha por la justicia y la igualdad en todas las épocas.

BIBLIOGRAFÍA

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Imagen de Sor Juana: Mauricio Giraldo.