Por Lizbeth Lara
Siempre me preocupó contar el mundo de la mujer, es algo de lo que estoy consciente: cómo envejecemos, cuando nos salen arrugas, la sexualidad de las mujeres, la maternidad. Me importaron esos temas porque se veían poco en la literatura.
Elizabeth Villa, 2021.
Escritora con pasión por la literatura y docente especializada en la poesía de mujeres. Elizabeth Villa es una mujer interdisciplinaria cuyo amor por las letras y la historia la han llevado a investigar y recopilar las publicaciones impresas de poetas bajacalifornianas. Con su reciente trabajo logra darles visibilidad y el reconocimiento que no se les dio a las escritoras en sus respectivas épocas. El pasado 17 de septiembre del 2021 Gaby Montalvo y Andrea Alcántar tuvieron la oportunidad de entrevistarla, allí Villa comparte cómo ha sido el proceso de su investigación y algunas de sus experiencias en las áreas donde se desarrolla.
G: ¿Cómo surgió su interés y preocupación por estudiar la literatura escrita por mujeres?
Fueron dos principales motivos. El primero comenzó mientras cursaba el doctorado en Historia. En mi investigación me di cuenta de que no había ninguna sobre las mujeres; ni como trabajadoras, obreras, de ningún tipo. Mi investigación doctoral fue sobre los grupos de sociabilidad, pero casi todos eran masculinos y eso fue uno de los indicios de que se debía hacer algo en ese terreno. El segundo fue cuando una institución cultural me propuso que hiciera una antología de poetas; trabajo por el que me iban a pagar, sin embargo, luego de unos problemas presupuestales el apoyo se canceló y me quedé con el proyecto. Para entonces había avanzado bastante en la localización de las obras, aproximadamente tenía el 60% de los libros; algunos los tenía porque siempre he comprado poesía de escritores bajacalifornianos, otros los intercambié y fotocopié.
A: Como investigadora, ¿cuáles han sido las dificultades que ha tenido para estudiar la obra de mujeres?
Las dificultades fueron por la pandemia. Yo tenía algo de acervo, pero no mucho, me había quedado hasta el año 2005 porque había comprado poesía desde los 90’s, cuando empecé a estudiar Literatura, luego dejé de hacerlo y tampoco tenía la obra de autores de los 80’s para atrás. Cuando comenzó la contingencia me propusieron el proyecto y fui a la Librería El Día porque ahí todavía puedes encontrar obras de poetas de aquel tiempo. Después, las bibliotecas; en ellas también hay, pero las de UABC de Mexicali y Tijuana estaban cerradas, al igual que las públicas. Mis únicas fuentes para buscar información eran las librerías, pero luego pensé en las colecciones particulares, porque hay personas a las que, al igual que yo, les gusta la poesía. Cuando no podía adquirir el libro, lo que hacía era tomar fotografías o contactar directamente a las escritoras; algunas de ellas me mandaron sus libros digitalizados. Tuve fuentes muy importantes que me prestaron y me facilitaron las obras, además de que me apoyaron al regalarme algunos libros, fueron muy generosos.
Todavía me faltan 5 autoras, pero otra vez hice una búsqueda en el catálogo de la UABC y están en Mexicali, solo estoy esperando a que la abran. Prácticamente podría decirte que tengo el 95% de los libros de las poetas de 1962 al 2000. Como en 8 meses reuní los acervos. Eso fue algo bueno porque quiere decir que todavía son libros que se localizan en librerías, que sus ediciones no están agotadas y siguen circulando. Fue fácil viéndolo desde la perspectiva de quienes estudian Historia porque algunos acervos no son fáciles de encontrar, pero en este caso sí lo fue; no están en una colección, pero están dispersos en distintos lugares. Ahora lo que sigue es analizar esas obras literarias.
G: En su labor como historiadora, ¿qué métodos utiliza para ubicar, identificar y reconocer a las autoras y sus obras?
Antes de estudiar el doctorado en Historia no sabía cómo se hacía una investigación de la literatura usando métodos históricos porque ni en la licenciatura ni en la maestría nos enseñaron a trabajar con documentos fuente, solo a realizar análisis de texto en crítica literaria. Yo no sabía que los periódicos, las conversaciones, las ediciones, se podían ver como documentos que te cuentan una historia; ese material te dice quiénes fueron los editores, cuántas editoriales había, qué recepción tuvo la obra.
La metodología que estoy siguiendo es de localización de documentos fuente, que en este caso el documento primario son los libros de las autoras, los cuales me ayudan a realizar lo que planeo hacer, un catálogo de publicaciones sobre poesía de mujeres de Baja California. Luego haré la historia oral; no he hecho entrevistas porque las quiero hacer cuando termine el análisis textual, no podría entrevistar a las 118 escritoras que he compilado, pero sí a las representativas de estilos o de generaciones. Tengo que seleccionar muy bien a qué autoras entrevistaré para que me digan cómo aprendieron a escribir poesía, cómo se han mantenido en ese género, cómo empezaron a publicar sus libros. También pienso ir a la prensa, revisar, por ejemplo, los periódicos y suplementos culturales desde los 60’s hasta el 2000 para ver qué se decía de las mujeres. Me parece que aquí por fin voy a poder combinar ambas disciplinas: historia y literatura.
A: Gracias a las investigaciones se ha reconocido el trabajo de muchas escritoras. ¿Cuáles ha descubierto usted en este proyecto?
Son demasiadas, sobre algunas de ellas ni siquiera había oído hablar. A quien más me encantó encontrar fue Aida Castro de Hernández, “de Hernández” porque es el apellido de su esposo. Ella ya murió, sin embargo es de las primeras poetas bajacalifornianas que escribieron textos eróticos, porque antes las autoras escribían cosas muy existenciales o patrióticas, pero ella fue quien escribió cosas eróticas de su cuerpo, de su sensibilidad amorosa.
En las generaciones jóvenes está el trabajo de Patricia Binôme, ahora Dante Tercero. Antes de los emojis, tenía una escritura muy experimental, en El Grafógrafo encontré varios de sus libros. Tengo muchas ganas de leer con detenimiento lo que hizo en su momento como una generación más del 2000.
Tendré que hacer grupos generacionales, porque cada autora es representativa de una época y un estilo. No puedes comparar, por ejemplo, a la señora Aida Castro con Patricia Binôme. Son estilos y contextos diferentes. Otra escritora es Elizabeth Algrávez. Ya conocía su trabajo porque somos de la misma generación y siempre supe que era muy buena autora, pero ahora que recopilé sus libros, me di cuenta de que es una gran creadora. Es alguien que debería figurar a nivel nacional, pues desde mi punto de vista, ella ha hecho un gran trabajo con el lenguaje.
Hace poco visité a una escritora de la tercera edad, su espíritu libre como artista me gustó mucho, está absolutamente fuera del mundo literario, sin embargo publica en las editoriales que ella quiere, cuando quiere. El momento en el que la vi, me imaginé cómo sería ella si hubiera tenido el reconocimiento; la gran figura que pudo ser. Eso es algo que pienso mucho cuando leo a las autoras y veo su calidad literaria.
Las escritoras que acabo de mencionar tan solo son algunas de las muchísimas que merecen mayor visibilización. Hay mucha poesía escrita por mujeres en Baja California, he encontrado 118 poetas, sin embargo la mayoría solo ha publicado un libro. Con trayectoria hay pocas, pero producción en general de poesía escrita por mujeres, mucha.
G: Cambiando un poco de tema, ahora en el ámbito escolar, ¿cuál es la recepción actual del alumnado en las obras donde prevalecen los estereotipos de género? ¿Los cuestionan o los normalizan?
Los normalizan. Tenía una gran esperanza de que las nuevas generaciones fueran más abiertas en cuanto a los roles de género, pero no, eso no ha ocurrido. Sigue existiendo mucha resistencia, tanto de hombres como de mujeres, para estudiar temas de género. Uno creería que están ansiosos de esos temas, pero solo son tres o cuatro de toda el aula y el resto quiere mantener la forma, los estereotipos. Pienso que quizá creen que corren un riesgo. Yo creo que tiene que ver con los profesores, porque la realidad es que muy pocas somos las que integramos en nuestro plan de estudios temas de género, la mayoría no los considera relevantes. Quizá tiene que ver con que no es una generalidad de la escuela; ha respondido a ciertas presiones sociales, pero no ha surgido verdaderamente de la convicción de crear perspectivas distintas.
A: Al ser escritora, ¿qué aspectos toma en cuenta tanto en el yo/tú lírico como en el narrador/narratario? En especial cuando es consciente de la discriminación y la posición de la mujer dentro de las letras.
Siempre me preocupó contar el mundo de la mujer, es algo de lo que estoy consciente: cómo envejecemos, cuando nos salen arrugas, la sexualidad de las mujeres, la maternidad. Me importaron esos temas porque se veían poco en la literatura. La lectura de otras autoras también me envalentonó para escribir así. Tengo cuentos de los quehaceres domésticos, de la maternidad, aunque no tengo hijos sé que es un tema que nos pega mucho, tanto tener como no tenerlos. Considero que mi literatura es más femenina que feminista y nunca he querido alejarme de ella, aunque sé que ese estilo de escritura no me permite ser más leída. Si escribes desde lo femenino dicen que eres cursi, conservadora. Nunca he sido radical a la hora de escribir y creo que eso sí es un costo; las que no lo somos, no somos tan leídas. Últimamente me he puesto a escribir cuentos que también siguen esa línea pero que abordan la relación que tenemos con los animales y la naturaleza, mas no desde lo radical. Lo femenino sigue siendo un área muy castigada, no aceptada. Así es como lo veo ahorita.
G: Como sabemos, la literatura es algo que nunca se deja de estudiar. ¿Tiene planes para un futuro que pueda venir a partir de su proyecto actual?
Imagino un montón de cosas. En algún momento quise investigar más allá de la literatura, las prácticas femeninas de las mujeres, pero desde el punto de vista histórico, los grupos de sociabilidad femenina, por ejemplo. Cuando comencé a dar círculos de lecturas a mujeres, me di cuenta, platicando con las mismas señoras, que había un montón. Hay muchos círculos de lectura en Tijuana, aunque son privados. No son conocidos porque no se divulgan, pero tienen muchos años. Se hacen para crear alianzas entre ellas. Siempre quise investigar cómo han sido los lazos que tejen a través de esos grupos. A muchas de esas señoras les doy clase, ellas mismas son la fuente de información. En algún momento pensé en hacer eso, aunque, también me gustaría continuar con proyectos que yo misma abandoné. No sé si después de lo de las poetas voy a seguir con algo más, depende de cómo me vaya, pero siempre he tenido en mente lo de la sociabilidad. Hace falta que alguien hable de esos grupos, de mujeres que existen y crean comunidades. Lo quiero hacer por una deuda hacia las mujeres, hacia esas señoras que se reunían puntualmente los viernes para leer libros, darse a conocer entre ellas. Contrataban profesores y aprovechaban para verse, para tener un espacio para ellas, sin sus esposos e hijos. Siento que es una historia que no está contada, no está registrada en ningún lugar y existe, existen esos lazos de solidaridad entre mujeres.
A: Por último, para continuar con la visibilización de la mujer como escritora, ¿podría recomendarnos alguna obra? Ya sea cuentista, novelista o incluso de alguna poeta que haya incluido en su investigación.
Ahorita estoy redescubriendo el trabajo de Alejandra Pizarnik. Cuando yo era joven, me la recomendó el poeta Noé Carrillo, entonces la empecé a leer y me gustó. La estoy redescubriendo porque la estoy poniendo como parte de los cursos, estoy volviendo a leer Árbol de Diana. Otra escritora que admiro mucho y me gusta su estilo es Emily Dickinson. También Amparo Dávila, yo la descubrí mucho antes de que fuera famosa, me di cuenta de que era una gran escritora. Hay unas canadienses que me gustan bastante; Alice Munro, me parece una excelente narradora; Margaret Atwood, ella me gusta como guionista porque hace muy buenas series; Flannery O’Connor.
Tengo varias pendientes de leer, como Eudora Welty, Carson McCullers, todas escritoras del sur norteamericano. De las latinoamericanas, las que están despuntando son muy buenas: Mariana Enríquez con su obra Nuestra parte de noche; Valeria Luiselli con Desierto sonoro, me encantó. Ellas son las que más me han gustado de la generación nueva.
Bibliografía:
Villa, E. (2021). Elizabeth Villa / Entrevistada por Andrea Alcántar & Gaby Montalvo. La Lengua de Sor Juana.
La Lengua de Sor Juana es una revista bimestral del Centro de Posgrado y Estudios Sor Juana ©. Av. Las Palmas 4394, Las Palmas, 22106 Tijuana.
Muchas gracias por compartir la entrevista con la Dra. Elizabeth Villa, a quien tuve oportunidad de tener como docente en el Centro de Posgrado Sor Juana. Me es muy grato conocer más detalles de las investigaciones que realiza. La felicito por la titánica tarea de rastrear, leer, catalogar y dar visibilidad a las poetas bajacalifornianas.