Conferencia Mundial de Trabajadores Sociales – Panamá 2024

Conferencia Mundial de Trabajadores Sociales – Panamá 2024

Por Rosa María González Toledo

Tijuana, 17 de mayo de 2024.

En abril de este año visité la ciudad de Panamá, país con grandes y elevados edificios, y un marco litoral imponente. Sí, en esta parte del mundo podemos apreciar las construcciones modernas que nos permiten reconocer la evolución humana.

Llegamos a este asombroso lugar para asistir al congreso mundial y celebrar la Conferencia Mundial en Trabajo Social, Educación y Desarrollo Social. En nuestro primer día y mientras nos instalamos, salimos a recorrer la ciudad y hacer compras. Ya que nos habíamos hospedado en el Hotel Sheraton, en la zona dorada, tomamos el turibús que hace un recorrido por siete puntos de la ciudad entre los que destacan Casco Viejo, la Cinta Costera, el Centro de Visitantes Miraflores, el Mercado de Artesanías y el Parque de la Amistad Chino. Cada uno de estos puntos turísticos permite al visitante apreciar las áreas emblemáticas de la ciudad y conocer a su gente.

Este primer recorrido nos permitió distinguir en el ambiente dos Panamás: la de los turistas y los poderosos de la comunidad, y la otra de la gente del pueblo; quienes se esfuerzan por hacer llegar los dólares que les permitan sustentar a sus familias bajo una economía dolarizada. Los choferes a la entrada de los hoteles te ofrecen paquetes y servicios a precios accesibles (pero no lo son para nosotros que ganamos en pesos). Hace un calor que te nubla los ojos estando a la intemperie, por lo que la mayoría de los transportes tienen aire acondicionado, incluidos los buses. Y en el recorrido, si encuentras un buen guía, puedes hacer paradas para recorrer el territorio; de tal manera que en un día puedes hacer muchas visitas, y aprender de la zona.

En el centro de visitantes Miraflores, se puede apreciar el canal donde los barcos cruzan para acortar los trayectos. La espera para este proceso puede durar unas pocas horas para algunos de tonelaje pequeño, y mucho más tiempo para los grandes trasatlánticos. Pues el canal debe llenar de agua las reclusas que permite la navegación de los barcos. La historia de la construcción del canal es parte de la atracción en el auditorio, el visitante puede ver la película donde se van proyectando los hechos de la construcción. Desde 1513, en que los franceses intentaron una serie de acciones fallidas para su construcción, donde las enfermedades tuvieron gran importancia, pues la propagación de la fiebre amarilla, el dengue y otras de origen tropical diezmaban a la población trabajadora; y cómo fue que la intervención norteamericana favoreció los tratados para la independencia de Panamá de Colombia, uno de los puntos importantes para que en el siglo XIX se lograra esta construcción, que permitió el comercio entre los continentes al cruzar los océanos en un menor tiempo.

Esta obra impresionante deja una derrama económica de entre 150 mil a un millón de dólares por embarcación al Canal, pero no a los panameños, quienes lograron su independencia de la franquicia estadounidense hace tan solo veinte años. El pueblo ha tenido que enfrentar los retos de sequía de algunos de sus mantos acuíferos y ha tenido que buscar nuevas fuentes que sirvan para rellenar el paso de agua entre los dos océanos y la pandemia que dejó marcada a las sociedades de América. La obra portentosa y visionaria de Miraflores ahora es la principal preocupación de los gobiernos y punto de ingreso de los transportistas, restauranteros y trabajadores de todo Panamá.

Es curioso que la historia del pueblo panameño, que pasó de ser parte del Istmo Colombiano logrando su independencia con la intervención norteamericana, se refleja en la construcción urbanística de Casco Viejo, otra de sus emblemáticas zonas turísticas. Son sus capillas de construcción abovedada, las que nos recuerdan algunas de las existentes en las colonias españolas del siglo XVI y sus retablos pintados en color dorado las que nos dejan saber el poderío económico existente en la ciudad. Una leyenda que circula entre los pobladores dice: “Los piratas acosaban la ciudad y los barcos y, alguna vez, para que no se llevaran el oro de las iglesias, un sacerdote tuvo la idea de llenar de barro el santuario, de tal manera que cuando el pirata Morgan y su tripulación entraron a la ciudad llenos de ambición por lo que de ella se contaba, se desconcertaron al ver los atrios cubiertos de barro, como si fueran obras en construcción, lo que hizo desdeñar las capillas y saquear a la población”. Esta versión contada por los taxistas durante el recorrido poco tiene que ver con la historia de 1668, donde el pirata Morgan secuestró la ciudad de Portobello junto con su tripulación y mantuvo cautiva a la población torturando y descuartizando a los pobladores para que entregaran sus tesoros pero, gracias a las enfermedades y la falta de alimentos, tuvo que romper su asedio. Panamá fue saqueada por extranjeros y piratas por muchos años, son sus calles y construcciones en el barrio de Casco viejo que nos damos cuenta. Ahora es un lugar muy pacifico, donde se ubican el Palacio de Gobierno y numerosos comercios donde el visitante puede adquirir algunas de las artesanías más emblemáticas como los “sombreros Panamá” procedentes de Ecuador, los peluches con figuras de perezosos, los mini autobuses del diablo rojo, llaveros, abanicos y jarrones. Sin duda, disfrutar de la comida en sus frescos restaurantes fue uno de los agasajos más agradables de este inicio de viaje.

En Casco Viejo encontramos a algunos indígenas asentados en el centro vendiendo artesanías. La mayor parte de las ventas se hace en los locales establecidos. Sin embargo aquí, bajo el ardiente calor, se encuentran algunas mujeres ofreciendo sus productos. Son personas sencillas que traen una artesanía novedosa que no siempre se encuentra en las tiendas. Cuando les contamos que estaríamos en el Congreso Mundial y que los artesanos podrían ofrecer sus productos, respondieron no saber del evento.

Casco Viejo colinda con el barrio el Chorrillo, donde vive una parte de la población con mayores carencias y donde se presentan actos vandálicos con mayor frecuencia. Aunque pareciera un lugar seguro y tranquilo. A lo lejos observé la entrada a una biblioteca y le pedí al conductor que me permitiera bajarme, me dijo que no era seguro, que me llevaría a otra más céntrica. Sin bajarnos del taxi en la comunidad del Chorrillo descubrimos parte de esta sociedad panameña que vive hacinada en edificios entre carencias; donde los niños juegan fútbol en la calle y los adultos mayores se encuentran sentados en sus sillas o en las banquetas para refrescarse bajo los pórticos poco fiables de las casas antiguas. Se dice que este lugar es uno de los más difíciles y conflictivos de la sociedad, pues en este barrio se alojan pandillas que mantienen a raya todo el barrio. Y nosotros desde el taxi solo pudimos ver los puestos de fruta y los pequeños comercios. Es una calle la que separa este barrio del resto de Casco Viejo, donde se combinan lo histórico y cosmopolita de Panamá, con el barrio; donde crece el hacinamiento y la pobreza. Me recordó un poco al Zócalo de la Ciudad de México y el barrio de Tepito, lo tradicional y la barriada, tan juntos y tan distantes. Sin embargo, hay algo muy interesante para apreciar en este barrio, y es que no hay pedigüeños en las calles, ni limpia parabrisas, tampoco los “viene-viene”. ¡No los vi en ninguna parte de nuestro recorrido! El calor mantiene a las personas en lugares cubiertos donde puedan refrescarse, es probable que por ello no pudiéramos ver personas en los cruceros.

Siguiendo en nuestro paseo por la cinta costera pudimos apreciar el Museo de la Biodiversidad Istmeña, cuya intención es mostrar los diversos escenarios ecológicos con su diversidad de ecosistemas. Un lugar con un colorido que refleja la alegría de los pobladores y representa a las diversas culturas indígenas; sin duda es un espacio que cumple su función de atracción y de enseñanza, donde los diferentes grados académicos y de edades pueden disfrutar tanto del museo como del paisaje. Frente al edificio está la franja costera que nos deja apreciar el mar imponente y maravilloso, donde los barcos y los pescadores se miran a lo lejos, el visitante puede detenerse en los andadores, y desde ahí mirar los edificios distantes que forman el espacio hotelero.

Mientras tanto, nuestros colegas trabajadores sociales de todo el mundo se iban alojando en los hoteles cercanos al Centro de Convenciones Atlapa, donde un sinnúmero de exposiciones de todo el mundo serían presentadas; de México éramos treinta y siete los asistentes. Las ponencias por parte de los mexicanos eran diez y los temas a tratar iban desde la formación académica, la integración del gremio, y los diversos problemas sociales y humanos como la trata de personas, el envejecimiento poblacional y los diferentes programas para atender a este grupo de edad, y las enfermedades raras, así como la nueva perspectiva del desarrollo comunitario. Pero el tema más sobresaliente fue cómo habíamos sido afectados en todo el mundo por el efecto del coronavirus. En cada módulo hubo emoción, risas, investigación y grandes retos para cada uno de los asistentes al congreso; cuatro días fueron pocos, al igual que el tiempo para poder disertar y entender los diferentes problemas que los expertos iban planteando.

Una charla que se repitió por diferentes países fue el hecho de que muchos adultos mayores son sorprendidos por las redes sociales y la sustracción de sus recursos y bienes, lo dijo: Uruguay, Chile, México y España.

Otro tema que quedó en la mesa para buscar soluciones fue sobre la desesperación y los suicidios; caso expuesto por Estados Unidos, Chile, Colombia y otros. La taza de edad, según argumentaron los expertos, ha disminuido de los dieciocho a los diez años. Baja California ya investiga y hace propuestas sobre este campo, pero aún no se han presentado soluciones suficientes, ya que los problemas de salud mental van en aumento, debido al incremento de la población por los flujos migratorios, el uso de estupefacientes y problemas familiares.

Sin duda el congreso nos dejó mucha información y grandes retos para los profesionales del trabajo social, quienes seguimos planteando que la transformación social es a través de la toma de conciencia, la educación y la integración humana en un tono de respeto a la diversidad cultural, geográfica y humana.

Cabe destacar que participamos más de mil ochocientas personas de cuarenta y cinco países, y que en este encuentro, donde se crearon nuevas amistades y se derribaron muros, tuvimos una convivencia armónica llena de alegrías e intercambio cultural.

Ya casi para concluir el Congreso, me di a la tarea de visitar la Biblioteca Nacional Ernesto J. Castillero de Panamá, pues no había visitado la del Barrio del Chorrillo. Gratamente me encontré en un edificio de tres o cuatro pisos con diversas colecciones y una sala general con cubículos fotográficos, una hemeroteca que va generando un archivo vertical suficientemente actualizado, un sinnúmero de espacios acogedores y en silencio con vista a sus bellos jardines y, como un plus, la atención calificada y satisfactoria del personal de la biblioteca. Sus sonrisas y respuestas expertas a diferentes temas me indican que los encargados en cada sala son profesionistas en el área que atienden, también en nuestra charla me percaté que cada uno hace propuestas y programas por la sección que atienden, lo que permite que en la biblioteca se ofrezcan un sinnúmero de eventos para sus visitantes.

La sección infantil cuenta con una vasta colección de libros enfocados al fomento a la lectura. Aquí no se encuentran libros informativos, ni diccionarios o enciclopedias, solo textos que lleven a la lectura a sus usuarios, quienes en sus horarios establecidos llenan las salas para disfrutar de la lectura acompañada de cuentos. Y un plus que se ofrece es la visita de la biblioteca ambulante a las comunidades alejadas, con su variada colección y sus interactivos programas. Este edificio como muchos otros me robó el corazón.

Y aún cuando en nuestra visita a Panamá puedo resaltar el hecho de que su economía es muy cara para el mismo pueblo panameño, sus rostros siempre tienen una sonrisa y una actitud amable, ya que cada uno de ellos está convencido de que tratar bien a los turistas y mostrarles sus áreas naturales, les volverá a la economía pujante que tenían al inicio de abrir sus puertas al canal panameño.

El Congreso de Trabajo Social, más allá de la música, la diversión, nos deja grandes enseñanzas para disfrutar de las ciudades sedes y algunos retos para hacer planteamientos que den soluciones o tentativas de solución a los problemas planteados.