Por Nonancy Estrada
De niña era curiosa, siempre quería andar con los señores viendo que hacían y decían, sin embargo, siempre terminaba en la cocina al lado de su madre, ella no la hacía a un lado. De esta manera poco a poco le fue creciendo raíz en la cocina. Las alcachofas fueron lo primero que preparó. De un movimiento, como le enseñaron, tajó la flor de escamas, y las dejo freír en aceite bien caliente por todos sus lados, sobre ellas soltó granos de sal, pimienta y pan rallado para que crujieran al comerlos. El exceso de pan no era parte de la receta, pero su madre siempre le permitía errar en gula y se acostumbró a prepararlas así. Las dejó reposar en una servilleta en la que se va notando el rastro de grasa que forman la silueta de la alcachofa. Eran las favoritas de su mamá, aprendió a prepararlas para cumplirle el capricho y ahora, solo las hace en su aniversario luctuoso.
Pica ajos y media cebolla grande, muele unos jitomates asados y fríe todo en aceite agregando agua y vinagre para hacer una salsita que deja guisar un rato mientras la menea. Al inicio la sentía presente como un fantasma que aprobaba lo que cocinaba, no le preguntaba en voz alta, no fuera que la escucharan y la tildaran de loca, pero sabía que aún la guiaba.
Sirvió la salsa en un cuenco y lo puso al centro de un platón, alrededor las medias alcachofas fritas con un poco más de sal por encima. Tomó el platón y salió de la cocina con las alcachofas. Su curiosidad se convirtió en pasión y la compañía en ausencia definitiva.
Bibliografía
Garza Marcué, R. M. y Vázquez Ahumada, C. (2017) mujeres construyendo un mundo: las recetas del Convento de Santa Mónica en Puebla. INAH
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