Lloro del dolor

Lloro del dolor

Nahui Olin


Lloro del dolor de llevar tanta grandeza en mi humanidad que se aparta de ella. A medida que los días pasan, mi cerebro se va desarrollando más. Siento abrirse mi inteligencia a una luz potente que me hace comprender, sentir hasta el más pequeño grano de arena, como un ciego que instantáneamente tuviera sed de ver hasta el abismo más profundo. Sí, tengo sed de comprender, de saber, de conocer; tengo sed de saborear con todos mis sentidos las delicias, los placeres, las sensaciones de esta vida de destino tan triste y sobre la cual no conozco nada más que los sufrimientos, los fingimientos y los reveses. Siento que mi espíritu nace y quiero embriagarme, hasta morir, de todo lo que mi alma puede contener de vibraciones infinitas, divinas, de todo lo que mi cuerpo puede contener; quiero embriagarme hasta que las fuerzas me abandonen. Siento mi infancia, todavía lejana de la juventud, rebelarse contra mí misma y decirme: el mundo, la vida, el amor es para quien abra sus sentidos de espíritu y de cuerpo con más energía, hay que gozar, hay que embriagarse, hay que sentir por primera vez el propio cuerpo y que se tiene un gran espíritu incomprendido que sufre y muere de tanto sentir, un espíritu completo que necesita todo lo que pueda contener, el infinito en un segundo, y que tiene derecho a todo lo que pueda sentir.

Pero, ¡oh! corazón mío, sosiégate, recuerda que estás encadenado, que las cadenas de tu yugo te retienen cada vez que las alas de tu inteligencia han emprendido su vuelo.

¡Ay de mí!, que no tengo otro destino que morir, pues siento mi espíritu demasiado grande para ser comprendido, y el mundo, el universo y el hombre son demasiado pequeños para llenarlo. Quiero morirme, hay que desaparecer cuando uno no ha sido hecho para vivir o no puede ni respirar ni desplegar las alas.


Rosas, P. (2011). Nahui Olin. Sin principio ni fin: vida, obra y varia invención. UANL.


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