Una hoja del pasado: dos palabras y una petición

Una hoja del pasado: dos palabras y una petición

Dolores Bolio


«Una hoja del pasado» está dedicada a México, a sus mujeres, a sus intelectuales. Este relato me lo inspiró el espíritu de mi raza ¡la misma de años atrás! Es lo que veo, lo que escucho conversar: el drama íntimo, secreto, en medio del drama nacional no abarcado por el vulgo, no desapasionadamente estudiado por nosotros. Una mujer orgullosa, noble y enamorada, que no puede vivir callando su deshonra, ingeniarse para morir sin escándalo mientras el culpable impune, como de ordinario. El Duque rompió el alma pura, recia y cristalina de Doña Edelmira del Valle, y Don Fernando su hermano, mucho después, vino a segar en flor la existencia de la joven Duquesita. 

¿A dónde van en el misterio las consecuencias de nuestras acciones? El mundo parece estar formado así: así debe ser justo aunque nosotros no lo penetremos: «Unos la hacen, otros la pagan» o ¿la pagamos nosotros en ellos?

Lector: Si tú a ejemplo de muchos hombres, no buscas en la obra literaria de una mujer sino a la mujer, no entiendo por qué razón esto, a la inversa de lo que buscas en la del hombre, que es la literatura fuera de aquel puesto que ellos y nosotros nos servimos de los mismos utensilios de trabajo; digo que sí tú buscas a la mujer en su creación, desearía yo que me dijeras claro, ¿a cuál de estos diferentes y aun opuestos tipos se te ocurriría compararme como creadora de ellos?

Esta pequeña novela es principalmente estudio de figuras femeninas no exentas de viso estético, lo contrario de mi novela titulada Un solo amor donde pasa, a modo de visiones fugitivas, desdibujadas y un poco amorfas una serie de mujeres y queda forjado por mi fantasía el golpe del buril de mi observación lo que fue el amor de un espíritu de poeta. Yo he sido confidente de muchos poetas, se entiende. Sin embargo, paciente lector: tú, filósofo, poeta, tal vez médico, pero no muy loco, lo justo para compararte alguna vez con D. Quijote, ¿no crees reconocer a cierto amigo tuyo en el carácter de D. Fernando? Si así fuese dímelo. El mayor relieve de un personaje será que le encuentren copiado del natural sin que su autor siquiera lo hubiera intentado. 

Lector, te ruego, enséñame a conocer mi trabajo, es decir, mi posibilidad -ilusión de mi penosa vida -para que yo progrese y un día dado que el dolor me lo permita, logre realizar a tu vista el ideal de mi novela. La novela breve, sencilla de lenguaje, honda, pero no sentimental, si es posible concisa; que describa con dos palabras, que pinte con dos toques de acuarela, que filosofe en un corto diálogo y que no atormente ni premie para moralizar; la novela, esa forma literaria espejo claro de las épocas en que deben reflejarse «los seres que no pertenecen a la historia» ni al melodrama; esos quienes no ocurre en su vida nada extraordinario, o, si les ocurre, jamás se divulga. 

¿Me ayudarás, en mi tarea? ¡Oh Crítico! siquiera por contribuir a que la mujer no continúe siendo un enigma atormentador.


Domenella, A. R., & Pasternac, N. (1997). Las voces olvidadas: antología crítica de narradoras mexicanas nacidas en el siglo XIX (1er, reimpresión ed.). El Colegio de Mexico. https://doi.org/10.2307/j.ctvhn0bhb

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