Finjamos que soy feliz,
triste pensamiento, un rato;
quizá podréis persuadirme,
aunque yo sé lo contrario
Crónica del convento del Dulce Nombre de Jesús. (Fragmento)
Las muchas ocupaciones y atenciones no me dejan tiempo para escribir y se pasan los años sin poderlo hacer, por lo que se me pasan infinitas cosas sin acordarme, más de tres años había que no escribía nada, vuelvo a tomar el hilo el día 3 de abril de 1813.
Cartas a D. Enrique de Olavarría y Ferrari, de agosto y del 28 de diciembre de 1896. (Fragmento)
La causa de mi tardanza en contestar tiene que referirse a un golpe que mi apreciable socio me dio en la chapa del alma, quedándose con el periódico y sus pertenencias todas, por haber yo confiado en su lealtad y descuidado el contrato de sociedad. Esto aconteció el 30 del pasado.
Una hoja del pasado: dos palabras y una petición
Este relato me lo inspiró el espíritu de mi raza ¡la misma de años atrás! Es lo que veo, lo que escucho conversar: el drama íntimo, secreto, en medio del drama nacional no abarcado por el vulgo, no desapasionadamente estudiado por nosotros.
Lloro del dolor
Siento que mi espíritu nace y quiero embriagarme, hasta morir, de todo lo que mi alma puede contener de vibraciones infinitas, divinas, de todo lo que mi cuerpo puede contener; quiero embriagarme hasta que las fuerzas me abandonen.
Páginas arrancadas.(Fragmento)
Le escribí diciéndole que viniera. Hace tres semanas, cuando se fue al norte. Yo casi lo sabía ya, pero quería estar completamente segura antes de comunicárselo. Fue la mañana que lo acompañé a la estación. Era tempranito, mañana gris, friolenta, suave.
Del tapiz de mi vida. (Fragmento)
Con ciega obediencia medité aquel consejo de mi madre. Era preciso andar solamente con los buenos. . .
Cartas a Gabriela. (Fragmento)
Me dices, que escriba mi biografía personal: es muy fácil. Mi derrota no se debe a mi educación, ni a mi tendencia a depender del marido, sino a lo ¡contrario!
¿Dedazo?
En rigurosa meditación de “mi caso”, a quién le debo el primer empujón es al ex senador y coronel Antonio Salazar Salazar. Lo digo sin resentimiento. ¡Qué va! Con sus embestidas subterráneas, constantes, me hizo más conocida en el medio político.
El libro vacío. (Fragmento)
Ya siento en el ánimo de quien lea esto ese desprecio tolerante que suscita el que cuenta cosas que sólo a él interesan. Veo escritas, escritas por mí, esas frases cuyo recuerdo todavía me estremece, y que sin embargo se quedan desnudas, dulzonas, porque no tienen ya, ni puedo lograr que tengan al escribirlas, eso que las hacías respetables y conmovedoras…